El barco que habla

Hoy, 4 de mayo de 2024 pasé la primera noche en el Toftevaag, velero de madera construido en la primera década del pasado siglo XX que Ricardo Sargaminaga y su asociación Alnitak han puesto rumbo al norte, tras 35 años en el Mediterráneo, para unir fuerzas con el grupo WILD Sea de Fernando Morán el de los bisontes.

A media noche el mástil se puso inesperadamente a hablarme. Emitía sonidos graves, sonoros, apacibles, tranquilizantes, al vaivén del oleaje. Exclamaciones profundas, arrancadas por los enormes troncos de abeto noruego al artesonado que le sujeta a la quilla.

Le contestaba el silbido del viento, al pasar raudo y veloz entre los cabos de izar el velamen. Al poco se unió a la tertulia un coro timbales. Eran miles de gotas de agua repiqueteando al unísono sobre la cubierta del barco.

Me contaban su historia, La capté como si de siempre hubiera escuchado ese lenguaje. Decían estar contentos de haber emprendido el viaje que nos lleva a Magdalenia. Volver a las brumas, vientos, olas y lloviznas del Atlántico en el que nacieron y explorar el sur de Doggerland.

En dos días llegaremos a puerto, en Cudillero, tras pasar Finisterre y A Costa da Morte navegando con viento en popa, condiciones que no se dan casi nunca y son las que parece tendremos mañana, 5 de mayo de 2024.

El sur de Doggerland, la Asturias magdaleniense, nos espera, contenta de vernos a bordo del velero de madera noruego y de iniciar esta nueva singladura a favor de la vida marina. Va con nosotros el espíritu de “Los Guerreros del Arco Iris” que decía la tribu Cree del norte de América algún día llegarían para ayudarnos a recuperar la vida libre salvaje.